lunes, 8 de junio de 2015

CRÍTICA: ANTEMASQUE - "Antemasque" (2014)

Nuestras vidas han cambiado por completo desde que tenemos acceso a Internet. Acceso a mucha información. Acceso a mucha cultura. Acceso a mucha gente. Con Internet creo que a pesar del progreso, se ha devaluado todo un poco, por no decir bastante. Todo tiene como menos encanto, desde las relaciones personales (Facebook, Twitter), donde lo que prima es tener millones de amigos (Roberto Carlos, el cantante brasileño, podría considerarse uno de los pioneros del Facebook con su hit "Quisiera Tener Un Millón de Amigos") que ni siquiera conoces; como leer muchísimas noticias que prácticamente no tienen transcendencia al ser sepultadas a los 5 minutos por otras. Con la música pasa lo mismo...para los melómanos que cuidadosamente incrementábamos nuestra colección de discos, nuestro cancionero habitual, nuestro conocimiento y que incluso hemos crecido paralelamente con una música que entraba en nuestro cerebro, asimilándola poco a poco, como quien cocina a fuego lento un puchero, la irrupción de Internet no ha dejado de ser un aumento de nuestra inestabilidad psicológica en forma de ansiedad. De repente ves al alcance de tu mano (de manera ilegal, claro está) cientos, miles, millones de discos que jamás podrías escuchar simplemente porque no hay bolsillo que lo soporte. Y el problema no está en la cantidad, si no en como asimilarlo, saborearlo, disfrutarlo y vivir todo esto. Me imagino que para el adolescente de hoy en día que quiera adentrarse de lleno en el mundo de la música, lo va a tener más difícil que los que hemos crecido sin Internet, simplemente porque no va a saber apreciarlo a no ser que tenga un poco de cabeza. Difícil para apreciar todo lo que hay ahí fuera, difícil para que determinados discos te marquen a fuego. Hoy en día la música es más que nunca de usar y tirar, y si no se lo pueden decir a todos los cantantes de Operación Triunfo que han pasado por las televisiones de medio mundo. Puro arte de relleno para copar horas televisivas sin ton ni son. Después de eso, muy pocos consiguen hacerse un nombre, independientemente de que a mí me gusten o no.

Sorprende que en este contexto, una banda como The Mars Volta haya triunfado en los circuitos rockeros. Posiblemente, la razón principal sea que el binomio creador formado por Cedric Bixler-Zavala y Omar Rodríguez simplemente rebosen talento por los cuatro costados. O quizás todo los que les hemos escuchado con devoción buscábamos algo más que simples melodías para tararear mientras te duchas. La música de The Mars Volta es muy difícil, no bastan un par de escuchas o tres para apreciarla. Hace falta mucha atención, mente muy abierta y concentración. Tenían desarrollos muy complejos, improvisación a raudales y nunca sabías lo que te ibas a encontrar. No creo que fuera una banda para escuchar en cualquier momento del día. "De-Loused In The Comatorium" y "Frances The Mute" son simplemente obras maestras del Rock Progresivo y experimental del siglo XXI.  Durante algo más de 10 años han grabado 6 discos de estudio con sus correspondientes giras, que supongo que acabarían con la paciencia de los dos líderes. Lo bueno, es que no han aguantado separados ni un suspiro. Enseguida se han reunido otra vez y han vuelto con otro proyecto, esta vez totalmente alejado de lo que era The Mars Volta y su anterior banda, At The Drive In.



Quizás ya cansados y por no agotar más la fórmula del progresivo, experimentación e improvisación, han dado un giro de 180º a su música y han ido a lo que comentábamos al principio. Más inmediatez, menos concentración por parte del oyente, todo con un enfoque mucho más directo y que trata de enganchar a la primera. Y así ha sido. Lo mejor de todo esto es que parece que han compuesto todo en un abrir y cerrar de ojos. Imagino la satisfacción de crear temas redondos en un muy corto espacio de tiempo, porque lo que iba a convertirse en una mera colaboración de dos o tres temas acabó siendo un disco de 10 canciones absolutamente redondo. Al escucharlo por primera vez sorprende sobremanera la urgencia de unas canciones directas a la yugular, con unos estribillos totalmente tarareables, con la estructura clásica de estrofa-estribillo-estrofa-estribillo-puente y vuelta a empezar. Nada de jams aeroespaciales, misteriosos espacios entre tema y tema, letras en spanglish y desarrollos jazzísticos. Omar Rodríguez deja atrás sus virgueos guitarreros y suena totalmente contundente sin distorsionar apenas su guitarra y jugando con ese sonido etéreo, a medio camino entre el rock, punk, indie y el pop. Sí, pop. Todos esos estribillos son puro pop que se adentran en tu cerebro y no te dejan ni un instante. Lo que hacen en "50.000 Killowats" está totalmente alejado del universo de The Mars Volta, pero lo hacen tan bien que caes rendido a sus pies. Y que podemos decir de Cedric...al estilo Mike Patton se enfrenta a cualquier estilo que se le ponga por delante, con varios registros para goce de los que amamos a los vocalistas. Simplemente está maravilloso en temas como "Ride Like The Devil's Son" o "Drown All Your Witches", donde su voz directamente te transporta al verano, con esas acústicas de Omar totalmente zeppelianas y que además traen ecos de los Jane's Addiction más relajados. "4AM" es un clásico instantáneo de esta década donde dejan por los suelos todo lo que han hecho pseudogrupos indie pop, con mucho más atrevimiento, agresivos, sonando más orgánicos y sobre todo auténticos. Y todo esto con la inestimable ayuda de todo un Flea al bajo y el ex-Mars Volta David Elitch a la batería. Músicos impresionantes que hacen magia con sus instrumentos y talento.

Deberían reventar festivales este verano, giras en pequeños clubs, en la radio. Supongo que se han cansado de ser los máximos estandartes del Rock Progresivo (con permiso de Pocupine Tree o Dream Theater) y no espantar al oyente más casual y que no tiene tiempo (o más bien paciencia) para "masticar" música poco a poco. Y todo sin haberse vendido. Han hecho un disco corto, intenso y con unas canciones enormes, listas para marcar a fuego a todo aquel que vive la vida a toda pastilla.

 

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