martes, 25 de octubre de 2016

CRÍTICA: RIVAL SONS - "Hollow Bones" - 2016

Está más que claro que Rival Sons puede que sea la banda más en forma dentro de lo que se llama Hard Rock o Classic Rock. Una banda contemporánea, que ha crecido a cada paso que ha dado y que ha conseguido ganarse una sólida base de fans que acude a sus conciertos. Se ganó sobre todo a la crítica, que los encumbró sobre todo en UK, lejos de su USA natal. Acusados en sus inicios de ser una banda revival o incluso de sonar en demasía a los clásicos del género (Led Zeppelin y Free principalmente e incluso a The Doors) puede que por fin con "Hollow Bones" hayan encontrado su propio sonido. Las influencias de siempre siguen ahí, pero está claro que las canciones ya dejaron de ser un copia-pega del cancionero zeppeliano, añadiendo una producción un tanto más moderna y que no tiene un guiño al pasado tan descarado, cosa que empezó ya a materializarse con su anterior y magnifico trabajo "Great Western Valkyrie". Quizás su anterior trabajo fuera más completo, mejor e impactara más, pero creo que con "Hollow Bones" han terminado por sellar su música con su propia personalidad.

Suenan más actuales e incluso lisérgicos en temas como "Thundering Voices", con ese hipnótico y etéreo estribillo, el cual flota en tu cabeza después de un poderoso riff y con  el vocalista Jay Buchanan poniendo todo patas arriba. Cortes más clásicos y enérgicos como "Baby Boy" y la inicial "Hollow Bones Pt.1" no hacen más que confirmar la compenetración de una banda que cuenta con un Scott Holliday a la guitarra, que se adapta con una facilidad pasmosa a diversos registros, teniendo en su haber numerosos trucos, licks y riffs como para llenar él solo las pistas del estudio de grabación. Me encanta esa guitarra llena de ecos, sonando moderna y añeja a la vez. Y eso se puede comprobar en la que quizás sea mi canción favorita del álbum, la tremebunda "Pretty Face", que suena misteriosa, desgarradora y poderosa. Me recuerda a unos Jefferson Airplane totalmente anfetaminados. Con Holliday calculando el momento justo en que la guitarra debe sonar comedida y en la que aventuras que es lo que va a suceder a continuación, y simplemente es que en el estribillo te abre en canal. Lo misma sensación me produce escuchar a la base rítmica en la balada de corte blues "Fade Out", donde concretamente Mike Miley emula a John Bonham con esos redobles aportando el dramatismo e intensidad que el tema requiere en su parte final. "Black Coffee" no deja de ser una excelente versión del clásico de Humble Pie, pero que quizás desentone un poco en el contexto del álbum. Me hubiera gustado que hubieran puesto en su lugar algún tema propio más, ya que el álbum es un tanto corto (9 canciones) como para andar incluyendo versiones. En "Tied Up" sacan a relucir su vena soulera más negroide y oscura.  Buchanan como siempre, incomensurable. Manejando los tiempos a su antojo. Entonando perfectamente con esa voz vigorosa llena de alma. Y donde ya se sale es en la épica "Hollow Bones Pt. 2" donde hace de todo. Un tema que es el mejor ejemplo de a dónde están llevando Rival Sons su propio sonido, cogiendo sus clásicas influencias y llevándolas un poco más allá, sonando directos y sugerentes a la vez, con los músicos sacando lo mejor de sí mismos, cobrando especial importancia el bajo de Dave Beste que dirige toda la canción. Y Buchanan...qué decir de uno de los mejores vocalistas que hay actualmente. Es tremenda la seguridad con la que canta el tipo, sonando suave y susurrando mientras mantiene la intensidad de la canción, luego te levanta con esa firmeza y arrogancia en su voz...tremendo.



Rival Sons se confirma como una de los grupos más importantes del Classic Rock, aportando aire fresco y renovando una escena que en los tiempos que corren, totalmente copada por reuniones de bandas gloriosas de hace 20 o 30 años, es de agradecer. Y más, si como es el caso, tratan de encontar su propio sonido.


viernes, 3 de junio de 2016

"BLUE SUEDE SHOES"...¿La original de Carl Perkins o la versión de Elvis?

Mi hijo mayor de 5 años está obsesionado con el Rock N Roll de los años 50. Concretamente no para de pedir una y otra vez que le pongamos en el coche el recopilatorio "Shake, Rattle & Roll". Un maravilloso artefacto que contiene prácticamente todos esos primigenios hits que han sido la base de todo lo que se conoce hoy en día como Rock N' Roll. Están prácticamente todos los grandes del género: Bill Haley, Eddie Cochran, Jerry Lee Lewis, Little Richard, Buddy Hollie, Gene Vincent, Fats Domino, Wilson Picket, Roy Orbison, Chuck Berry, Carl Perkins, etc. Y sí, cómo no, también Elvis Presley, que es representado con dos de sus primerizas joyas como "Good Rockin' Tonight" y "That's All Right", antes de que los "Heartbreak Hotel", "Love Me Tender" o "Blue Suede Shoes" de turno le convirtieran en leyenda.

Principalmente compré en su día este recopilatorio, porque quería aglutinar en un solo disco las canciones más clásicas de esos años, y éste me parecía con diferencia el más completo. Yo disfruto el disco sobre todo con sus canciones más famosas, todas las de los artistas que he mencionado antes, pero mi hijo está realmente volcado con el resto del disco, con canciones que han pasado mucho más desapercibidas en la memoria colectiva y que contienen canciones de gente perdida en el túnel del tiempo como Jimmy Jones, Jhonny Tillots o Jack Scott. ¡¡El tío se las sabe todas!! Y no sólo eso, es que sus favoritas suelen ser esas canciones poco conocidas, es realmente curioso. El disco está en un bucle constante en el coche, tanto que es más que probable que todas esas canciones (y eso espero) nos han marcado a fuego a toda la familia como la banda sonora de un determinado momento de nuestras vidas.

Carl Perkins
Mi hijo está tan habituado a estas canciones, que por ejemplo no concibe que haya otras versiones de esas mismas canciones. Lo digo porque tiene tan marcada "Blue Suede Shoes", que es original de Carl Perkins, que el día que le puse la versión de Elvis Presley, aquello fue prácticamente un sacrilegio para él. No la soportaba porque decía que la canción iba muy deprisa. Y es así. El huracán Elvis era de tal envergadura, que todo lo que pasaba por sus manos directamente se lo apropiaba para sí mismo y el resultado era como si hubiera pasado un ciclón por encima tuya. Y es exactamente lo que hace Elvis en esta canción. La original de Carl Perkins, más pausada y con claras raíces del country, tuvo un enorme éxito en 1955 y alcanzó el número 1 en el Billboard Hot 100. Digamos que la canción es más jugosa, la típica que está diseñada para escucharla saboreando todos los detalles. Sorprende, que con la producción de la época (y con las remasterizaciones posteriores, todo hay que decirlo) la canción sea tan rica en detalles y matices.

El Rey
 Curiosamente, Elvis la grabó casi un año después, y por respeto a Perkins, no decidió editarla como single, para que Perkins pudiera disfrutar del éxito de su propio tema, pero está claro que la versión que ha trascendido siempre es la de Elvis. Cargada de velocidad, ritmo y sobre todo con esa desbordante sexualidad que escandalizó a la sociedad más conservadora de la época. Poco puedo decir, pero la irrupción de Elvis supuso todo un terremoto en la américa más puritana. Y la imagen, no menos importante, complemento primordial e indispensable junto a esa presencia escénica con esos provocadores movimientos. Aquello fue un shock. Y eso era sólo el principio, realmente no eran conscientes de lo que se les venía encima. La versión de Elvis puso de manifiesto que el Rock N Roll debía ser más sucio, más peligroso y sobre todo más divertido y liberador. Y para rematar tenía una banda de ensueño liderada por el legendario guitarrista Scotty Moore. Carl Perkins o Bill Halley pusieron la semilla, pero los que de verdad reventaron el panorama y elevaron al Rock N Roll como la música del diablo fueron Jerry Lee Lewis, Gene Vincent, Eddie Cochran y sobre todo Little Richard o Elvis Presley. Estos son los que pusieron a la juventud de la época como motos.

viernes, 20 de mayo de 2016

CRÍTICA: IGGY POP - "Post Pop Depression" (2016)

La unión de dos iconos del Rock como Josh Homme e Iggy Pop está dando que hablar, porque es un hecho que ha sido, aparte de una agradable sorpresa por la unión en sí, una vuelta de tuerca y un soplo de aire fresco que ha ventilado la carrera de Iggy, que quizás haya estado demasiado tiempo centrado últimamente con las distintas reencarnaciones de los Stooges (ya sea como The Stooges a secas o como Iggy & The Stooges). Por no hablar de su carrera en solitario, tristemente estancada con discos poco inspirados, basados en canciones francesas de autor y alejado en todo momento del lado más rockero de Iggy que todos conocemos. Eso sí, en directo seguía siendo la misma bestia de siempre, aquella que desafiaba al paso del tiempo y se reafirmaba ante nuevas promesas como que él era, es y será un huracán encima de un escenario.

Con la colaboración de Josh Homme ha recuperado la inspiración, y no haciendo un disco guitarrero que esté totalmente en la onda de los Stooges o de sus discos más rockeros. Ha bajado las revoluciones, pero sin perder ningún ápice de interés e intensidad, aprovechando al máximo su grave voz, dotando de un ambiente lúgubre y siniestro muchas de sus canciones, y tocando el lado más vanguardista del pop en otras tantas. Iggy Pop no es un vocalista muy dotado, pero hay que reconocer que aquí su tono de barítono saca las canciones con nota, e incluso dotando de garra canciones acústicas como "Vulture". No recuerdo en los últimos tiempos una canción tan pegadiza y radiable en el repertorio de Iggy Pop como "Gardenia", esa joya inspirada a partes iguales entre los Smiths (esa guitarra de Homme acentuando el efecto del trémolo como Jhonny Marr en "How Soon Is Now?") y David Bowie (el tono grave de la voz, esas palmas acentuando el fantástico ritmo de la canción). La influencia de David Bowie es más que evidente en este disco, porque el sonido evoca directamente a la etapa berlinesa de Pop y Bowie a finales de los 70 (de hecho, seguramente mencionada en el tema "German Days"), cuando los dos se instalaron en un apartamento del Berlín oriental, tratando de relanzar sus carreras, componiendo y alejándose de las drogas. Si este disco lo hubiese firmado el Bowie más vanguardista de los 70, me lo hubiera creído. Y voy más allá, si lo hubiese firmado Bowie mucha gente estaría hablando ahora mismo de obra maestra. Aunque también es cierto que algunas de las canciones de este corto disco (9 canciones) se decanten más por el lado de Homme que el de Pop o el de la colaboración conjunta. "American Vallhalla" es un ejemplo. Un fantástico tema, que no deja de tener a veces excesivas connotaciones con el último sonido de Queens Of Stone Age, sonido que adoro, por cierto. Se nota mucho la mano de Homme en esos coros, en el fraseo de algunas estrofas y sobre todo en el sonido. Especialmente logrado ese fantástico bajo de Dean Fertita. Firme, mugroso y penetrante. El bajo es un instrumento que personalmente encuentro muy infravalorado. Aquí, la producción de Homme le saca el máximo partido y dotando al disco de un sonido actual, nítido y que trata a las canciones con el respeto que se merece. No me gustan nada esos discos de sonido tan saturado, en el que cuesta diferenciar un instrumento de otro. Aquí todo suena desnudo, claro y perfecto. "Sunday" debería volver locos a todos los fans de bandas como Franz Ferdinand y sorprende ver a Pop encajar tan bien en un tema tan pop, y sobre todo, tan bailable. Es otra de las joyas, junto a mis favoritas "Break Into Your Heart" o "Chocolate Drops", bandas sonoras de cualquier noche decadente. Estoy seguro de que Marilyn Manson directamente mataría por tener "Break Into Your Heart", un tema que podría encajar en su última vuelta de tuerca tratando de renovar su sonido.

Se oyen rumores de que "Post Pop Depression" (fantástico título) podría ser quizás el último disco de la Iguana de Detroit. Desde luego, yo no deseo algo así, porque si algo ha demostrado Iggy Pop en todos estos años, es ser prácticamente indestructible, levantándose una y otra vez de cualquier traspiés y exhibiendo una energía que ni varios veinteañeros podrían igualar. Y si finalmente fuera el final de su carrera discográfica, no se me ocurre mejor manera de poner punto y final que con este fantástico disco. Qué coño, "Post Pop Depression" es, de largo, lo mejor que he escuchado en lo que llevamos de año.

jueves, 5 de mayo de 2016

OPINIÓN: La ¿nueva? situación de AC/DC

Está claro que este 2016 es el año de Axl Rose. Al anuncio de la gira de reunión con tres de los miembros originales de Guns N' Roses, con toda una gira por norteamérica (quien sabe si también por Europa el próximo otoño), se une la confirmación definitiva de los rumores que surgieron hace un mes, el fichaje de Axl Rose por AC/DC para terminar la gira europea, y supongo que también, el resto de gira americana que se suspendió por los problemas de salud (auditivos más bien) de Brian Johnson. La noticia, es cierto, nos ha descolocado a todos y ha dejado impresiones de todos los tipos entre los fans. Fans acérrimos, que todo hay que decirlo, se sienten engañados y estafados por Angus Young. No recuerdo yo semejante ira cuando se supo de las bajas de Phil Rudd (aunque bien es cierto, que el puesto de batería en AC/DC ha bailado en varias ocasiones) y sobre todo en la de Malcolm Young, uno de los componentes más importantes en el sonido de la banda, prácticamente vital. Tampoco nadie recuerda que el propio Brian Johnson en su día sustituyó al mismísimo Bon Scott, y que su debut, "Back In Black", es considerado uno de sus mejores discos.

Pero también hay que entender que la situación es distinta. Mientras que Brian Johnson en su día era prácticamente un desconocido, Axl Rose es todo lo contrario. Lo que mucha de esta gente no ha llegado a comprender, es que AC/DC dejó de convertirse en una banda de Rock hace mucho tiempo, para convertirse en una máquina de hacer dinero. Son negocios. Y si Angus Young no puede hacer frente a indemnizaciones millonarias con los promotores por anular unos conciertos ya firmados, va a remover Roma con Santiago para salvar los muebles. La gente a veces peca de ingenua en esto del Rock N Roll, y no se da cuenta de que el dinero mueve montañas. Puede que la idea romántica de la integridad del mundo del Rock y ser fiel a unos valores queda muy bien cuando tienes 20 años, pero no, no es lo mismo cuando la edad se ha incrementado.

Lo que sí no voy a perdonar a Angus es la fría y distante nota de "agradecimiento" a Brian Johnson. Me ha parecido de una bajeza enorme. Quizás haya rencor por su parte por considerar (yo también lo pienso así) que Brian Johnson no ha sido nada responsable con todo esto...pero despedir de una manera tan poco personal y breve al que ha sido tu cantante durante más de 35 años, como si fuera prácticamente un técnico de luces...no, no ha estado bien. Brian Johnson tiene que estar muy jodido por esto. Conozco a un amigo que en su día estuvo conduciendo la furgoneta de gira de la banda de Michael Shenker, en la cual figuraba Chris Slade, el actual batería de AC/DC, el famoso calvo bruto que aporreaba las baquetas en la época de "Thunderstruck". Según me contó mi amigo, Slade echaba pestes sobre Angus, de su tiranía...y sí, ahora entiendo todo. Eso sí, ahora Slade está comiendo de la palma de la mano de Angus Young. La pasta es la pasta.

 De todas formas, hay que reconocer que la jugada, de cara a los medios y la publicidad, ha salido perfecta. Seguramente no habrían podido elegir mejor momento para decantarse por Axl. En plena efervescencia mediática con la noticia de la reunión de Guns N' Roses, sueltan este bombazo. Eh, y musicalmente no tiene pinta de que vaya a desentonar, puede que encajen como un guante. ¿Mi opinión? Se lo podían haber ahorrado, aunque me carcome la curiosidad por ver que sale de ahí, y no digo nada si editan un disco nuevo. De todas maneras, me gustaría que Axl regresara al estudio con Slash y compañía, y dejáramos como una bonita, breve y cuantiosa aventura estos conciertos con AC/DC.

viernes, 8 de abril de 2016

CRÍTICA: THE CULT - "Hidden City" (2016)

Si alguien me dice allá por 1993, que The Cult iban a seguir publicando discos con cierta regularidad (aunque sea en intervalos de 4 o 5 años), sabiendo de antemano del difícil e inesperado carácter de Ian Astbury, más su supuesta incompatibilidad con el guitarrista Billy Duffy, no me lo creería. A lo que hay que añadir que sus publicaciones tienen calidad, no son meros trabajos que sirven de excusa para salir de gira, el verdadero sustento de su actual carrera.

The Cult cosechó un éxito moderado en la década de los 80 y primeros 90, no fueron nunca unos superventas al estilo de unos Guns N' Roses o Mötley Crüe, pero sí que tuvieron el suficiente impulso de ventas como para no ser ahora un grupo que se quedó anclado en el túnel del tiempo y cosecharon una más que sólida base de fans. Eso impulsa a que las discográficas se interesen todavía por ellos, y que sobre todo tengan siempre la libertad necesaria para hacer con su música lo que les venga en gana. Puede que en el momento que tuvieron más éxito comercial con "Sonic Temple" les marearan las discográficas con producir otro hit single en la onda de "Fire Woman". Después publicaron el que probablemente sea uno de sus trabajos más flojos ("Ceremony", 1991) y les adjudicaron un productor en la onda del sonido que se llevaba en esa época, Richie Zito. Pero a partir de ahí, y evocando a su primigenia manera de hacer las cosas, volvieron a seguir su instinto y jamás han repetido el sonido del disco anterior. Y eso es lo que han hecho siempre, sorprender al fan acérrimo, aunque ya a estas alturas no sorprende el hecho de que sean capaz de hacerlo una y otra vez. Lo sorprendente sería que no lo hicieran. Y sus últimos trabajos, son unas colecciones de canciones magníficas.

En "Hidden City" han dejado quizás la potencia y la inmediatez que atesoraban en su anterior trabajo, el alabado "Choice of Weapon". Para este disco han recuperado la profundidad y densidad que se apreciaban en sus primeros trabajos, antes de que decidiesen invertir en su vena más hard rockera. Sin embargo, no han dejado de lado esa faceta, siendo los temas que abren el álbum, como "Dark City" o "No Love Lost", su mejor ejemplo. En "G O A T" o "Avalanche of Light" escuchamos como la guitarra de Duffy  estalla de furia y Astbury se suelta la melena dejando atrás su clásico toque místico. Un toque místico que se apodera de varias canciones que nos traen de vuelta no sólo a ese espíritu oscuro y pseudogótico de sus inicios, sino a esas atmósferas envolventes que nos deleitaron en su nunca suficientemente apreciado disco homónimo de 1994 (popularmente conocido como "el disco de la cabra"). Escuchando canciones como "In Blood" o "Birds of Paradise" (tema donde el piano incorpora una intensidad melodramática que es lo que realmente el tema necesita) se comprende fácilmente por qué Robby Krieger y Ray Manzarek eligieron a Ian Astbury para reemplazar a Jim Morrison en su homenaje/tributo a The Doors llamado Riders On The Storm.  De hecho, yo también siempre lo pensé y me alegró que el resto de componentes de The Doors tuvieran las mismas sensaciones que un servidor. Su voz quizás ha perdido algo de potencia, pero ha ganado madurez y profundidad Es todavía uno de los mejores vocalistas que hay en el mundo del Rockm, a pesar de cierta holgazanería que abusa en sus conciertos. En "Dance The Night" incluso se atreven a tener un ligero toque pop, que no ha hecho otra cosa que recuerde lo buen disco que fue el proyecto de Ian Astbury en los 90, aquellos incomprendidos Holy Barbarians, cuyo único disco "Cream", quemé en aquel verano de 1996. Para mi gusto, el momento culminante del álbum es "Hinterland", un tema que aúna lo mejor de The Cult, compartiendo su espíritu innovador de mediados de los 90, con ese bajo siniestro para desembocar en un estribillo rockero con un solo de Billy Duffy que te parte en dos.

Producido una vez más por Bob Rock, al que muchos querían encasillar cuando en época de vacas gordas producía a superventas como Mötley Crüe o Metallica, y ha demostrado con creces, sobre todo con su trabajo continuo con The Cult, que puede producir discos de sonoridades distintas, añadiendo matices, evocando atmósferas, imprimiendo de siempre un robusto y limpio sonido que eleva todas las obras de los discos que produce. Sin duda, siempre ha sido uno de mis productores favoritos.


viernes, 4 de marzo de 2016

OPINIÓN: La reunión de Guns N' Roses

"Me encantan Guns N' Roses. Es un hecho. Lo que jamás entenderé es que cada vez que Axl Rose va al baño, todo el mundo tenga que hablar de ello". Lars Ulrich, 1990.

Y efectivamente, así ha sido siempre desde que allá por 1988, "Appetite For Destruction", el legendario debut de la banda se alzara con el nº1 del Billboard, catapultado por el single "Sweet Child O'Mine". Todo el mundo conoce la historia de Guns N' Roses, tampoco nos vamos a extender en ella. Ríos de tinta han corrido relatando la historia de una banda que surgió de las calles más infestas de Hollywood, alcanzaron el extrellato masivo, y en una ola de éxito, excesos y autodestrucción se desintegraron tan fugazmente como emergieron en 1993. Tras las salidas escalonadas de los miembros más carismáticos, del fuego cruzado de declaraciones descalificativas, biografías, discos y giras con numerosos mercenarios y una fortuna gastada por Axl Rose para realizar un sólo disco que tardó 15 años en engendrarse, se ha realizado el sueño húmedo de millones de fans: la ansiada gira de reunión.

A partir de ahí, vivimos un continuo revival de finales de los 80 y principios de los 90, donde a cada paso que la banda da, surgen numerosos rumores, que disparatados o no, no hacen más que incrementar el aura de expectación que semejante noticia ha causado en el panorama musical. Porque seamos claros, desde su desaparición, no ha surgido una banda más gigantesca, mediática, excesiva y polémica que aquellos Guns N' Roses que arrasaron todo a su paso hace más de 25 años.

No lo puedo negar...estoy realmente excitado, nervioso y ansioso por ver qué va a suceder en las próximos meses y sobre todo en esos primeros conciertos programados. También es cierto que tengo mis serias dudas de que todo esto vaya a buen puerto. Lo primero es que el carácter de Axl Rose (ese ser tan imprevisible y volátil) puede estallar en cualquier momento. Ya es un paso que haya enterrado el hacha de guerra que le mantenía alejado de Slash, el otro líder carismático de la banda. No estoy muy seguro de que todo este circo que se ha montado no salga volando por los aires de la noche a la mañana, todo depende de con que pie se levante el pelirrojo. Supongo que el poder del dinero, lamentablemente, será el pegamento que una a la banda durante todo este tiempo y veremos hasta cuándo. Porque no nos engañemos, esa es la verdadera razón de tan ansiada reunión. Y si no, ¿a qué vienen 3 millones de dólares de caché por concierto? Haced cuentas, el negocio es redondo.



También se nos ha vendido esta reunión como la que tras mucho tiempo, volverán los miembros originales a compartir escenario. Y es cierto, pero a medias. Es estupendo que Axl, Slash y Duff McKagan vuelvan a tocar juntos "Welcome To The Jungle" o "You Could Be Mine", pero esta reunión está coja sin la participación de Izzy Stradlin, uno de sus miembros más importantes en el engranaje de la banda. De hecho, su espantada en 1991 es el principio del fin de Guns N' Roses en su etapa de máximo esplendor, justamente antes de la publicación de los "Use Your Illusion". Su presencia daría a la gira un chute de credibilidad que ahora mismo adolece, a pesar de lo que supone que Axl y Slash estén juntos en el mismo barco. Estamos hablando de una pieza clave en la composición de unos temas legendarios, e incluso en el escenario. Es lo mismo que le ha pasado a AC/DC con la ausencia de Malcolm Young. Puede que Axl y Slash sean sus activos más mediáticos, pero Izzy era el arma secreta. Por desgracia, su falta de ambición o su amor a una vida más calmada (cosa que no le culpo, porque aguantar a Axl tiene que desgastar mucho) van a hacer que no se suba al barco. Probablemente su lugar lo ocupe Richard Fortus, quizás el miembro más válido de las últimas formaciones que ha tenido la última versión del grupo. De la batería a día de hoy tampoco tenemos noticias. Dudo mucho que se arriesguen a llevar a Steven Adler, por lo poco fiable que puede ser que una persona haya sido fiel a sus adiciones, máxime cuando ése fue el motivo de la expulsión de la banda, sea capaz de aguantar semejante presión. Y creo que Matt Sorum no entra en las quinielas, vetado por Axl, que recordemos, es el único dueño legal del nombre de la banda. Curiosamente, tanto Slash como Duff, que tendrán una remuneración de ensueño, no dejan de ser meros músicos a sueldo dentro de Guns N' Roses, a pesar de que son miembros fundadores.



El estado de forma también es preocupante. Las últimas imágenes de Slash o Axl dan mucho que pensar (todo lo contrario que Duff McKagan, con una imagen envidable). Espero que estén a la altura de las circunstancias y que sean conscientes del momento histórico que están a punto de protagonizar. La comparación con sus peligrosas e incendiarias actuaciones de sus primeras giras puede jugar una mala pasada si descuidan este aspecto, a pesar de que todos sabemos que los años no pasan en balde.

Deseo que vuelvan a dominar el mundo, pero también sé que el negocio ha cambiado una barbaridad en los últimos 25 años, y que nada será como antes. Probablemente seamos testigos del canto de cisne de una época irrepetible, una mera gira nostálgica que llenará sus bolsillos. Porque hay que ser muy inocente para creer que esto va a tener longevidad o que incluso se atrevan a meterse en el estudio a grabar nuevas canciones. No, no lo creo, pero por Dios...ojalá me equivoque.

viernes, 26 de febrero de 2016

CRÍTICA: SUEDE - "Night Thoughts" (2016)



Suede están viviendo una especie de segunda juventud muy productiva desde que decidieron reunirse para una gira en 2011. Gracias a esa unión en el escenario, toda la maquinaria de Suede se puso en marcha y permitió que aflorara todo el talento que tienen dentro en forma de nuevas canciones. En 2013 publican "Bloodspots", un álbum que nos traía de vuelta a una nueva versión de Suede que perfectamente podría haber sido una continuación de su exitoso "Coming Up", Un disco corto, con canciones directas, para nada complicadas, avaladas con un single perfecto pero que se publicó en una era equivocada ("It Starts and Ends With You" hubiera arrasado a mediados de los 90). Un buen disco, que confirmaba que Suede estaban en muy buena forma, pero que no reflejaba la madurez y el asentamiento que han demostrado en este nuevo "Night Thoughts".

Quizás la imagen que tenga el público en general de Suede era la de aquellos jóvenes andróginos que cantaban sobre banalidades y el "carpe diem" en canciones tan inmediatas como "Animal Nitrate" o la mayoría de singles de "Coming Up". Pero la mayoría de sus fans nos quedamos con el dramatismo y la melancolía de "Dog Man Star", su indiscutible obra maestra. Se ha dicho que "Night Thoughts" es equiparable a "Dog Man Star". No está nada desencaminada esa teoría, aunque como siempre digo, es absurdo comparar trabajos del mismo grupo, ya que están realizados en diferentes contextos y periodos de tiempo. Lo único que puedo decir es que la inspiración de Suede está a pleno rendimiento y han conseguido cuajar un verdadero álbum, donde a diferencia de "Bloodspots" todas sus canciones no destacan por tener un single claro (aunque "No Tomorrow" o "Like Kids" sí que son más que radiables), sino que han buscado un nexo de unión, con canciones claramente destinadas a formar parte de un todo, donde cada una de ellas es indispensable para afrontar la siguiente.



Oportunidades perdidas, cantos a una juventud que ya no volverá, todo forma parte del camino al que nos lleva Brett Anderson como vocalista, haciendo además un trabajo vocal que forma parte desde ya de sus mejores interpretaciones. Intimista, épico, dramático...para nada ha perdido su voz y encanto, la ha enfatizado y mostrado como hacía tiempo que no hacía. La producción de Ed Buller es majestuosa, con ese tono oscuro, lleno de ecos y sonoridades grandilocuentes que no son gratuitas, sino que lo hace para incrementar la emoción que supone escuchar un álbum de este calibre, tan bien hecho, tan lleno de detalles con una elegancia desbordante. Y qué decir de la guitarra de Richard Oakes...que no hace falta que un músico toque heavy metal o rock pesado para que suenen hirientes, cortantes y con sentimiento. La elegante distorsión que utiliza en "No Tomorrow" eleva el irresistible estribillo, los arpegios a lo Jhonny Marr de The Smiths hacen de "Outsiders" una de sus mejores composiciones y con su trabajo tanto a nivel de composición como de interpretación en "I Don't Know How To Reach You" puede mirar de tú a tú al siempre legendario anterior guitarrista de la banda, Bernard Butler. Que gran canción se marcan Suede aquí. Desde ese inicio misterioso, pausado, para ir elevándose en un tremendo in crescendo y terminar por todo lo alto, con la banda al completo poniendo un colofón enorme en plena catarsis instrumental. Y si tan importante ha sido la contribución de Oakes y Anderson, lo mismo se puede decir Neil Odling, cuya firma aparece en la mitad de temas del álbum, que con sus teclados y arreglos orquestales han llenado de épica unas canciones para degustar a fuego lento, con tranquilidad para saborear todos los detalles.

Resumiendo, el nuevo disco de Suede deja más que satisfecho a sus viejos fans, aquellos que se derretían escuchando "The Wild Ones" o "We Are The Pigs", e incluso a los que se subieron al carro de la mano de "Trash" o "Animal Nitrate". No porque sus nuevas canciones tengan reminiscencias de épocas gloriosas pasadas (que las tienen) sino porque el nivel compositivo sí que se acerca bastante a ese listón. Y eso después de muchos años de silencio y dejar tras de sí unos discos un tanto vacíos, se agradece. Suede han vuelto para quedarse.


martes, 23 de febrero de 2016

OPINIÓN: David Bowie (1947-2016)

Ha pasado ya un tiempo prudente desde que nos enteramos de la muerte de David Bowie. Poco más puedo decir a lo que ya hayáis leído y reflexionado sobre uno de los músicos definitivos desde la aparición del Rock N' Roll. Un adelantado permanente a la época que estuviera viviendo, un visionario con una capacidad de reinvención sencillamente brutal, poseedor de un talento fuera de lo común para señalizar cualquier canción que compusiera con un sello de calidad desbordante, icono de la cultura pop, etc..

Cualquier alabanza que hayáis leído y escuchado sobre él no dejan de ser ciertas y dejan en muy mal lugar a músicos mediocres que triunfan o han triunfado a lo largo de la historia. Está más que claro que jamás surgirá nadie del calibre de Bowie en mucho tiempo, porque era un artista (en el sentido más completo de la palabra) único que ha tocado muchos palos: música, cine, lírica, descubriendo o apoyando a otros artistas (Lou Reed, Iggy Pop, Mott The Hopple, Queen e incluso Trent Reznor) y realmente su muerte ha sido impactante. Lo ha sido por inesperada y por lo que significa tener una baja de semejantes dimensiones en el mundo de la música.

Aparte de la suma elegancia con la que ha llevado su carrera, cabe también mencionar la discrección con la que ha llevado sus últimos movimientos. Desde las publicaciones de sus dos últimos discos (los excelentes "The Next Day" y "Blackstar") hasta el proceso de su enfermedad. No necesitaba para nada el autobombo o la compasión mediática, él estaba por encima de todo eso.



La noticia de su muerte no sólo me impactó por lo repentino, estando además esperando la publicación de su nuevo álbum, sino que incluso me entristeció durante un tiempo. Yo no suelo ser de esas personas que se desgarran ante la muerte de un icono de este tipo, entre otras cosas porque como comprenderéis, no puedo sentir tanto la muerte de una persona que no conozco personalmente y que queda tan lejos de nuestro "plano astral". Pero sí...sí que reconozco que me dejó algo tocado durante unos días. Yo le admiro muchísimo y lo único que se me ocurrió en esos días mientras escuchaba sus discos a modo de sencillo homenaje, fue rememorar todas mis vivencias personales en las que ha tenido presencia su música.

Recuerdo sobre todo la primera vez que entré en contacto con él. Al igual que mucha gente de mi generación, seguramente lo primero que vimos de él fue el clip de "Let's Dance" o "Ashes to Ashes", en aquellos minutos de Videos Musicales que TVE ponía en su parrilla para rellenar espacios sin programación (cosa impensable hoy en día). Son canciones muy ligadas a mi infancia, junto a "Blue Jean" o "Modern Love". En aquellos días mi padre siempre me recalcaba que Bowie tenía un ojo de cada color, mientras yo miraba la televisión embobado como aquel niño aborigen arrastraba una pesada máquina por las calles de alguna ciudad australiana en el vídeo de "Let`s Dance". Otra noticia que tuvo su alcance mediático en aquellos locos 80 fue la gira con el famoso montaje de la araña, siendo Bowie un pionero de los abrumadores montajes escénicos que posteriormente usarían U2 o Muse en nuestros días.



No volví a interesarme más por Bowie hasta que Marilyn Manson hizo su aparición en la escena rockera de mediados de los 90. Por aquel entonces yo estaba totalmente absorbido con "AntiChrist Superstar" y Mr. Manson siempre mencionaba al Duque Blanco como una de sus mayores influencias (cosa que quedó patente con el más que descarado plagio que hizo en "Mechanical Animals"). Yo me preguntaba que había ahí y recuerdo prácticamente robar el cd "Changesbowie" de la cervecería donde trabajaba un amigo. Ni qué decir tiene que me dejó fascinado. Escuchar "Space Oddity" por primera vez es algo que marca de por vida. Debió pensar lo mismo un grupo de amigos a los que una vez vi en Malasaña cantar la canción de rodillas en el suelo, totalmente emocionados (y borrachos también). Berrear a voz en grito "Starman" con los amigos agarrados en modo "semos amigos hasta el final" en una de las mejores juergas que he podido correrme en mi vida, justo antes de que un sueco enorme nos abofeteara a todos y cada uno de nosotros (supuestamente con cariño) por decirle que "The Final Countdown" de Europe era el himno de Suecia. Quedarme tremendamente chafado por no haber podido cantar "Rebel Rebel" en un karaoke mientras esperé una eternidad viendo a todos aquellos plastas que se empeñan en cantar "Corazón Partío" o "Bailar Pegados" (pude quitarme la espina en otra ocasión entonando "Dr. Feelgood" de Mötley Crüe y "Night Fever" de los Bee-Gees). También estuve barajando la idea de que el baile nupcial de mi boda fuera "Heroes", aunque finalmente nos decantamos por Sinatra.  Estar durante una buena temporada escuchando "Station to Station" a diario mientras bañaba a mis hijos.

El 10 de enero moría David Bowie víctima de un cáncer. Días antes me puse una camiseta en la que aparece un cartel de un concierto suyo en la gira de "Station to Station". Camisetas, parches...los melómanos siempre hemos tratado de influenciar o dejar constancia de nuestros gustos, como demostrando a los demás que es lo que nos gusta, exteriorizando nuestro interior, cuando lo que queda para siempre son esas vivencias, experiencias, esos ratos de placer escuchando a nuestros artistas favoritos, formando parte de nuestra banda sonora y ligando determinados momentos de nuestra vida a unas canciones. Eso es lo que nos deja David Bowie. Descanse en paz.