Tras varios proyectos en solitario, volvieron a reunirse en 2012 con un buen disco como "Hot Cakes", que tampoco consiguió comercialmente volver al nivel que tuvieron en 2003, pero que al menos sirvió para asentarse y empezar de nuevo. De hecho, volver al número de ventas anterior, visto como está el panorama, es prácticamente imposible. Seguro que no quieren que se les recuerde como One Hit Wonder y quieran labrarse una carrera en la que sus fans más acérrimos disfruten de un grupo, que sin ser la panacea, hace que tenga momentos muy disfrutables y divertidos.

Llegados a este punto, nos encontramos actualmente con su último trabajo, "Last Of Our Kind", un álbum que probablemente sea lo más cercano a "Permission To Land" que os vayáis a encontrar. Las influencias de siempre siguen ahí (Queen, AC/DC, Def Leppard, Boston), las canciones pegajosas de grandes estribillos también, y esos clásicos riffs que nos traen a la memoria tiempos mejores para el Hard Rock, donde todo era más sencillo e inocente. La única pega es que el álbum está claramente diferenciado en dos caras. Digamos que su parte más inspirada y la que contiene mejores temas es la primera con diferencia. Las 5 primeras canciones son estupendas, con una inicial "Barbarian" que contiene un riff matador y tremendamente adictivo, y que además Justin no trata de amoldarse a sus detractores, todos aquellos que no sorpotan sus grititos y falsetes sobredimensionados. Es su toque de distinción, y no veo por qué tiene que dejarlo de lado. Sin embargo, hace todo lo contrario en "Open Fire", en la que incluso no parece él con ese tono tan robusto. Aquí podemos acusarles de fusilar directamente el "She Sells Sanctuary" de The Cult, con esos arpegios de guitarra que tan bien se le dan a Billy Duffy. El tema es directo y cañero, y hay que admitir que a The Darkness les sienta muy bien rememorar los 80. Lo mismo pasa con temas como "Last Of Our Kind", en la que combinan muy bien las acústicas iniciales con un estribillo tan grandioso, dando otra vez rienda suelta a la garganta de Justin. Aquí la influencia de Def Leppard es más que patente, todo lo contrario a "Roaring Waters", un tema que me recuerda por sus guitarras a Soundgarden o algún oscuro tema de Led Zeppelin. Digamos que es el tema que menos te esperas encontrar en un disco de The Darkness, y quizás por ello, sea en mi opinión el tema más destacado del disco junto a la primera balada, "Wheels of the Machine" que no colmará las expectativas de los más duros del lugar, pero que sin embargo para mí les ha quedado curiosísima, a pesar de tanta ración de azúcar. Quizás me guste tanto porque se sale de la clásica "power ballad" e incluso veo influencias de Prince.
A partir de aquí creo que el disco baja un peldaño de calidad y los temas no me gustan tanto como estos 5 primeros. El tono sombrío y notoriamente metalero utilizado en "Mighty Wings" no me cuadra en un grupo como The Darkness, del que espero especialmente diversión. "Mudslide" sigue la onda de Queen en "Sheer Heart Attack", pero he escuchado mejores homenajes a Freddie Mercury en la discografía de The Darkness. "Sarah O'Sarah" quiere repetir el impacto de "Friday Night", y aunque no les ha quedado mal, prefiero la joya oculta de "Permission To Land". Lo mejor de esta segunda parte, es sin duda el tema final, cantado estupendamente por el bajista Frankie Poullain. Un tema épico para acabar, con la curiosidad de que el nuevo batería es el hijo del gran Roger Taylor de Queen, y en este tema, Poullain me recuerda muchísimo al Taylor que entonaba temazos históricos como "I'm In Love With My Car".Buen disco de The Darkness, ideal para el verano, época en la que solemos banalizar todo, despreocuparnos y simplemente disfrutar la vida un poco, aunque sólo sea en los días que estamos de vacaciones.
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