
Por eso, en ese momento se agradecía o se trataba de
entender el giro que habían dado Omar Rodríguez y Cedric Bixler-Zavala,
alejados de toda aquella maravillosa locura que eran los discos de The Mars
Volta.
Pero volviendo a la esencia de la anterior cuestión, no
puedo dejar de pensar en el efecto contrario, en la necesidad de ralentizar el
ritmo de vida, de no ir a toda pastilla en cualquier aspecto de la vida, y
cómo no, que es lo que aquí nos interesa, degustar tanta buena música con el
tiempo y la dedicación que se merece.
Y aquí es donde entra el nuevo disco de A Perfect Circle,
que me parece una auténtica delicatessen para estos tiempos tan veloces que
vivimos. Después de 14 años de la publicación de su última obra, el disco de
versiones “Emotive” y 15 años de sus últimas canciones originales en el álbum
“Thirteen Step”, y tras su reunión a principios de la presente década, por fin, Maynard James Keenan ha dejado aparcados (por el momento) sus numerosos
proyectos y se ha decidido a continuar la obra de esta banda tan especial,
poniéndose el mono de trabajo junto al verdadero artífice de este proyecto, que
no es otro que el guitarrista Billy Howerdel, y presentarnos este emocionante
“Eat The Elephant”.
De entrada, nos encontramos con que aquellos que esperen
guitarrazos y canciones tan impactantes e inmediatas como aquel legendario
“Judith” de su debut “Mer de Noms”, es más que probable que queden algo
decepcionados. En un principio sí puede llevar a una ligera ansiedad no encontrar
algo parecido a un tema tan brutal como ese, pero como he dicho desde un principio, hay que tener paciencia, encontrar el momento adecuado y
adentrarse tranquilamente en el frondoso bosque que nos ofrecen A Perfect
Circle en todas y cada una de sus obras.
El inicio inquietante a piano de “Eat The Elephant” no
hace más que confirmar el excelente vocalista que es Maynard James Keenan, exhibiendo una capacidad exuberante para emocionarte con un tema tan íntimo, tan sensible
que sencillamente te desarma por completo. Después le sigue, “Desilluisoned”,
cuyo estribillo me martillea una y otra vez.
Letras ingeniosas para despertar a una sociedad adormecida, pendiente
únicamente de lo que ocurre en la pantalla de su móvil (“es hora de disminuir
la obsesión por el silicio/mira a tu alrededor, encuentra un camino en el
silencio”). La forma en la que el productor Dave Sardy ha tratado el tema, con
esa manera de caerte a plomo el estribillo (“…nos hemos
vuelto…desilusionados…”)...genial.
“The Contrarian” o “The Doomed” nos traen a los A Perfect
Circle más reconocibles, esos que matienen la tensión en vilo, para cortarte
con una guitarra hiriente (sobre todo en “The Doomed”) y mantener el listón de
ser una de las mejores bandas de rock alternativo del siglo XXI. Sin embargo,
sorprenden con “So Long And Thanks For The Fish”, seguramente la pieza más
comercial que jamás hayan grabado, pero eso no quiere decir que por ser más
accesible sea peor, sino que es una de las mejores canciones del
disco, y que sirve de homenaje a ídolos de Maynard como David Bowie, Muhammad
Ali, Carrie Fisher o Gene Wilder. Sí, es pop, pero está muy bien ejecutado. Podéis
revisar el vídeo de su actuación en el programa de Jimmy Kimmel interpretando
esta canción, con esa puesta en escena tan original como impactante, con
Maynard cantando sobre la tarima donde se supone que debería ir la batería, con
ese aura tan místico que desprende.

A partir de aquí se suceden una serie de canciones en las
cuales prácticamente no decae el nivel, como "Talk Talk", claramente deudora del sonido de
su debut “Mer de Noms”, con una letra que habla claramente de vencer a la apatía
y a esa dejadez que permite que los demás piensen y actúen por ti (“Don’t be
the problem, be the solution”). En la tremenda “By and Down The River” queda
demostrada la tremenda influencia que han tenido bandas como The Cure en Billy
Howerdel a la hora de tocar la guitarra y qué decir de Maynard….qué maravilla de cantante. No sólo capta tu
atención con esa sensibilidad y ese sentido de la melodía tan grande que tiene,
sino que se atreve con cualquier registro. Escuchad “Delicious”, que no hace más
que justificar el título de la canción, porque es precisamente eso, una
delicia. Capaz de emocionarte, relajarte y de agarrarte por la pechera para
dejarte sin habla. A mí, dicha canción me recuerda a The Who, por esa mezcolanza
tan equilibrada entre guitarras eléctricas y acústicas. Vuelve a reinventarse (otra vez) con “Hourglass”, con ese bajo tan penetrante y ese uso de música electrónica que suena tan fresco…¿y qué me decís de la línea vocal? Maynard hace saltar
todo por los aires y sale totalmente victorioso, al igual que en la final y
totalmente experimental “Get The Led Out”.
Mención aparte tiene el batería Jeff Friedl, omnipresente
en la mayoría de cortes del disco, con una batería muy marcada y con un toque muy, muy
espontáneo y original en cortes íntimos como la inicial “Eat The Elephant”.
En definitiva, un disco que es el clásico ejemplar que
crece con cada escucha, con mil y un detalles para degustar lentamente, adentrándose
en él poco a poco, sin prisa, con la pausa y atención que merece.














