viernes, 1 de junio de 2018

CRÍTICA: A PERFECT CIRCLE - "Eat The Elephant" - 2018


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Hace un tiempo, apunté en la crítica sobre el único disco hasta el momento de Antemasque, que en los tiempos que corren, estábamos prácticamente esclavizados por lo inmediato, sin tiempo a paladear nada. Tenemos todo a golpe de click y somos incapaces de apreciar todo lo que tenemos, solamente nos llena cualquier luz efímera, de la cual enseguida nos olvidamos y vamos buscando la siguiente.
Por eso, en ese momento se agradecía o se trataba de entender el giro que habían dado Omar Rodríguez y Cedric Bixler-Zavala, alejados de toda aquella maravillosa locura que eran los discos de The Mars Volta.

Pero volviendo a la esencia de la anterior cuestión, no puedo dejar de pensar en el efecto contrario, en la necesidad de ralentizar el ritmo de vida, de no ir a toda pastilla en cualquier aspecto de la vida, y cómo no, que es lo que aquí nos interesa, degustar tanta buena música con el tiempo y la dedicación que se merece.

Y aquí es donde entra el nuevo disco de A Perfect Circle, que me parece una auténtica delicatessen para estos tiempos tan veloces que vivimos. Después de 14 años de la publicación de su última obra, el disco de versiones “Emotive” y 15 años de sus últimas canciones originales en el álbum “Thirteen Step”, y tras su reunión a principios de la presente década, por fin, Maynard James Keenan ha dejado aparcados (por el momento) sus numerosos proyectos y se ha decidido a continuar la obra de esta banda tan especial, poniéndose el mono de trabajo junto al verdadero artífice de este proyecto, que no es otro que el guitarrista Billy Howerdel, y presentarnos este emocionante “Eat The Elephant”.

De entrada, nos encontramos con que aquellos que esperen guitarrazos y canciones tan impactantes e inmediatas como aquel legendario “Judith” de su debut “Mer de Noms”, es más que probable que queden algo decepcionados. En un principio sí puede llevar a una ligera ansiedad no encontrar algo parecido a un tema tan brutal como ese, pero como he dicho desde un principio, hay que tener paciencia, encontrar el momento adecuado y adentrarse tranquilamente en el frondoso bosque que nos ofrecen A Perfect Circle en todas y cada una de sus obras.

El inicio inquietante a piano de “Eat The Elephant” no hace más que confirmar el excelente vocalista que es Maynard James Keenan, exhibiendo una capacidad exuberante para emocionarte con un tema tan íntimo, tan sensible que sencillamente te desarma por completo. Después le sigue, “Desilluisoned”, cuyo estribillo me martillea una y otra vez.  Letras ingeniosas para despertar a una sociedad adormecida, pendiente únicamente de lo que ocurre en la pantalla de su móvil (“es hora de disminuir la obsesión por el silicio/mira a tu alrededor, encuentra un camino en el silencio”). La forma en la que el productor Dave Sardy ha tratado el tema, con esa manera de caerte a plomo el estribillo (“…nos hemos vuelto…desilusionados…”)...genial.
“The Contrarian” o “The Doomed” nos traen a los A Perfect Circle más reconocibles, esos que matienen la tensión en vilo, para cortarte con una guitarra hiriente (sobre todo en “The Doomed”) y mantener el listón de ser una de las mejores bandas de rock alternativo del siglo XXI. Sin embargo, sorprenden con “So Long And Thanks For The Fish”, seguramente la pieza más comercial que jamás hayan grabado, pero eso no quiere decir que por ser más accesible sea peor, sino que es una de las mejores canciones del disco, y que sirve de homenaje a ídolos de Maynard como David Bowie, Muhammad Ali, Carrie Fisher o Gene Wilder. Sí, es pop, pero está muy bien ejecutado. Podéis revisar el vídeo de su actuación en el programa de Jimmy Kimmel interpretando esta canción, con esa puesta en escena tan original como impactante, con Maynard cantando sobre la tarima donde se supone que debería ir la batería, con ese aura tan místico que desprende.

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A partir de aquí se suceden una serie de canciones en las cuales prácticamente no decae el nivel, como "Talk Talk", claramente deudora del sonido de su debut “Mer de Noms”, con una letra que habla claramente de vencer a la apatía y a esa dejadez que permite que los demás piensen y actúen por ti (“Don’t be the problem, be the solution”). En la tremenda “By and Down The River” queda demostrada la tremenda influencia que han tenido bandas como The Cure en Billy Howerdel a la hora de tocar la guitarra y qué decir de Maynard….qué maravilla de cantante. No sólo capta tu atención con esa sensibilidad y ese sentido de la melodía tan grande que tiene, sino que se atreve con cualquier registro. Escuchad “Delicious”, que no hace más que justificar el título de la canción, porque es precisamente eso, una delicia. Capaz de emocionarte, relajarte y de agarrarte por la pechera para dejarte sin habla. A mí, dicha canción me recuerda a The Who, por esa mezcolanza tan equilibrada entre guitarras eléctricas y acústicas. Vuelve a reinventarse (otra vez) con “Hourglass”, con ese bajo tan penetrante y ese uso de música electrónica que suena tan fresco…¿y qué me decís de la línea vocal? Maynard hace saltar todo por los aires y sale totalmente victorioso, al igual que en la final y totalmente experimental “Get The Led Out”.

Mención aparte tiene el batería Jeff Friedl, omnipresente en la mayoría de cortes del disco, con una batería muy marcada y con un toque muy, muy espontáneo y original en cortes íntimos como la inicial “Eat The Elephant”.

En definitiva, un disco que es el clásico ejemplar que crece con cada escucha, con mil y un detalles para degustar lentamente, adentrándose en él poco a poco, sin prisa, con la pausa y atención que merece.